Empezamos a ver la cara de los vinos de la cosecha 2019 y a conocer las virtudes de cada uno de ellos.
Observaremos los diferentes grados de madurez de los vinos desde los vegetales hasta los más maduros, y de los más ligeros hasta los más concentrados.
Pero el concepto que más preocupa a los enólogos es el equilibrio del vino.
Cuando hablamos de un vino armonioso queremos decir que es equilibrado. ¿Cuál debe ser el equilibrio del vino? Cada enólogo tiene una preferencia y por eso hay diferentes estilos de vinos.
Existen diferentes componentes que forman parte de estos equilibrios: la acidez, la astringencia, el dulzor, el alcohol, la grasa, la fruta, la madera, etc. Para decir que un vino está equilibrado todos estos componentes deben tener un ratio entre sí que hacen el equilibrio deseado. Cada uno de estos componentes juegan un papel crucial en la armonía del vino.
Hay vinos que se pueden construir en base a su estilo aromático, a su estructura y al balance fruta/madera, podemos tener por ejemplo:
- Perfil varietal con madera, aromáticamente fresco o maduro y de estructura ligera.
- Perfil fermental con madera y estructura ligera.
Si la fruta es una pieza importante de este equilibrio, si se pierde con el tiempo los vinos de estructura ligera quedan delgados y cortos en boca, los más estructurados mantienen la persistencia pero resultan tánicos y agresivos.
Por tanto, en estos casos debemos destacar la importancia de mantener la fruta para que los equilibrios del vino sean sostenidos en el tiempo.
En la enología del S.XXI contamos con herramientas necesarias para mantener los vinos en estado reductor con el fin de proteger la fruta, con poder de aumentar la estructura de los vinos, aumentar el centro de boca o limar asperezas tánicas.
Manteniendo el hilo con la sostenibilidad y cuestiones organolépticas, podemos ajustar los equilibrios con diversas soluciones.
En el 2019 presentamos el concepto Phyliantropia y en el 2020 seguimos en la línea, ¡Bienvenidos a la Phyliantropia 2.0!
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