El Envero, campo de altura de la expedición a la madurez

EL ENVERO, CAMPO DE ALTURA DE LA EXPEDICIÓN A LA MADUREZ

Ya habréis notado que este año la senda de la madurez no va a ser fácil, 2020 está resultando ser un autoexamen de la naturaleza.

Las cepas se desarrollan con buen vigor y pese a las adversidades, han conseguido cuajar la flor, podemos decir que se ha engendrado nuestro vino y empieza la excitante expedición para llevar la uva a su madurez óptima.

Alcanzar la cumbre de la madurez en condiciones es como un 8.000, cualquiera puede llegar, el tema es en que estado ¿fresco y turgente o “hecho unos zorros”?

Para que la uva llegue fresca a la cumbre de la madurez, la planta debe llegar bien preparada y equipada al campo de altura, que es el envero. Aquí la suerte está echada y ya no podemos hacer nada por la calidad de la uva más que esperar que el clima se comporte para hacer cima.

Pero hasta el envero si podemos actuar. El camino desde el cuajado hasta el envero es metabólicamente muy exigente para la planta, las hojas hacen jornada solar de solsticio y las raíces lo dan todo (si la temperatura del suelo lo permite) para aportar los nutrientes necesarios, sobretodo los que tienen picos de absorción en este periodo: K, Ca, N, Mg.

De cuajado a envero la cepa tiene que:

  • Engordar la uva para alcanzar el guisante y crecer hasta cerrar bien el racimo
  • Empezar la síntesis de pigmentos, taninos, proteínas y precursores aromáticos
  • Empezar la carga de azúcar en la baya
  • Prepararse para resistir al estrés climático

De su vigor y su equilibrio nutricional depende que se adapte o no a las condiciones climáticas de la cosecha, y llegue a la madurez en mejores o peores condiciones.

Este año es muy peculiar. Suelos fríos que limitan la actividad radicular y muy lavados por las excesivas lluvias, vigor importante, oligoelementos en mínimos, algunos desequilibrios nutricionales, humedad alta en época de floración y mucha presión de mildiu.

Vamos, que tiene todos los números para provocar accidentes de maduración como el secamiento de raspón (causado por exceso de N, desequilibrio K/Mg carencia de Mg) o una maduración heterogénea o insuficiente (exceso de vigor y deficiencias de K).

Cuando en un año fresco y húmedo a la uva le cuesta madurar no es porque haga frío, las integrales térmicas tarde o temprano se cumplen. Es más probable que sea porque le falta K para aguantar todo el vigor que ha desarrollado.

Entre al cuajado y el envero todavía tenemos la oportunidad de ayudar a la cepa a superar sus desequilibrios y llegar a su objetivo con aplicaciones foliares de abonos orgánicos.

Hasta mitad de envero podemos trabajar sobre:

  • La resistencia de la piel aportando Ca (ANTYS Ca)
  • Mejorar la fotosíntesis evitando clorosis (ANTYS Fe)
  • Evitar desecamiento de raspón aportando Mg (ANTYS MgS o MgP)

Y hasta final de envero:

  • Favorecer la madurez y su homogeneidad ayudando a la absorción de K (OSIFOL K o NUTRIKALI)
  • Aumentar el nitrógeno asimilable en mosto (NUTRIBIO+)

El frescor, la armonía, la fruta, la grasa… del vino, todo, se va a desarrollar durante esta etapa. Midiendo y siguiendo muy de cerca la fisiología de la planta, interpretando y actuando en consecuencia, es como podemos obtener grandes uvas para grandes vinos.

¡¡¡ BUEN ENVERO!!!

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