El cambio climático nos vuelve a retar
En este mes de agosto de 2021 se ha publicado el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático donde se pone de manifiesto que las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de las actividades humanas son responsables de un calentamiento del planeta en un 1,1° C desde el periodo preindustrial (1850-1900) hasta la actualidad.
La presentación de este informe ha abierto noticiarios, cabeceras de periódicos, se ha mencionado en post de Facebook o LinkedIn, se ha tweeteado y retweeteado, ha recibido millones de like en Instagram… Los efectos del cambio climático sobre la disminución del hielo polar, el aumento del nivel del mar o los cambios en la distribución mundial de ciertas especies (especialmente aquellas vectores de enfermedades como el mosquito tigre) son bien conocidas por toda la opinión pública. Sin embargo, el cambio climático, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad afecta también a otras actividades humanas como la agricultura, aunque sus efectos quizá sean menos conocidos.
Los efectos del cambio climático en la viticultura y en la producción de vino se han convertido en motivo de preocupación para productores (tanto de uva como de vino) y en temas de investigación para la ciencia en los principales países productores (España, Francia, Italia, Estados Unidos, Australia, Sudáfrica…). En la actualidad, las regiones productoras se encuentran localizadas en áreas geográficas bastante delimitadas entre 30° – 50° N y 30° – 40° S donde las temperaturas medias durante la temporada de crecimiento oscilan entre los 12-22 ⁰C.
Como consecuencia del calentamiento global, se ha demostrado que la idoneidad climática de las regiones vinícolas se está desplazando en altitud y/o hacia los polos. Asimismo, se valora que las regiones del sur de Europa se vuelvan progresivamente inadecuadas para el cultivo de vid debido al aumento de las temperaturas y al déficit de agua.
La calidad de los vinos se ve fuertemente influenciada por la composición química de la uva en el momento de la vendimia. Esta composición se ve afectada por diferentes factores como el clima, el genotipo, el manejo de la vid o el tipo de suelo entre otros, aunque recientes estudios han demostrado un papel dominante del clima sobre la calidad de las uvas y de los vinos elaborados a partir de ellas.
Si bien es cierto que el clima presenta numerosas variables como pueden ser la temperatura, las precipitaciones, la radiación solar, etc… La temperatura ha sido reconocida en diversos estudios científicos como fundamenta no solo en crecimiento de la planta sino también en la maduración (composición química) de la uva. Por ejemplo, un incremento de la temperatura media durante la temporada de crecimiento resulta en un incremento de las tasas de acumulación de azúcar y un adelanto en las fechas de maduración de las bayas.
Evidentemente, este elevado contenido en azúcares del mosto resultará en varios efectos en el proceso de vinificación como son un aumento de la presión osmótica o un aumento del ratio carbono/nitrógeno de los mostos que pueden resultar en cambios en la fisiología de las levaduras durante el proceso de fermentación.
Por un lado, esa mayor presión osmótica aumenta el riego de fermentaciones lentas o de paradas de fermentación mientras que, por otro lado, debido también a esos elevados niveles de azúcar en el mosto, los vinos presentan un mayor contenido alcohólico y una menor acidez.
En los próximos post abordaremos algunos de los efectos más importantes del cambio climático en la producción de vino.